Un espacio creado para compartir el maravilloso mundo de la literatura. Dedicado a mi querida maestra Gladys de Freitas

2 ago 2013

Rubén Darío




Félix Rubén García Sarmiento, conocido como Rubén Darío, fue un poeta nicaragüence, máximo representante del modernismo literario en lengua española. Nació el 18 de Enero de 1867 en la ciudad de Metapa (hoy Ciudad Darío). Sus padres fueron Manuel García y Rosa Sarmiento, quienes por las constantes disputas entre ambos, Rosa termina abandonando a su esposo y se refugia con su hijo en casa de una tía suya llamada Bernarda Sarmiento y su esposo el coronel Félix Ramírez Madregil; en la Ciudad de León. Rosa Sarmiento conoció después a otro hombre, Juan Benito Soriano, y se estableció con él en San Marcos de Colón, en Honduras. Rubén Darío no se queda mucho tiempo en Honduras y regresa a la Ciudad de León y allí transcurren sus primeros años al cuidado de sus tío abuelos Félix y Bernarda, a quienes consideró en su infancia sus verdaderos padres. A penas tuvo contacto con sus padres biológicos, de hecho, a su padre lo llamada "tío Manuel". Sobre sus primeros años hay pocas noticias, aunque se sabe que tras la muerte de su tío, la familia sufrió de apuros económicos.


Pronto comenzaría a escribir sus primeros versos; a la edad de trece años publicó por primera vez en un periódico la elegía "Una lágrima", que apareció en el diario El Termómetro, el 26 de Julio de 1880. Poco después colaboró también en El Ensayo, revista literaria de León, y alcanzó fama como "poeta niño". En estos primeros versos, sus influencias predominantes eran los poetas españoles de la época, tales como Zorrilla y Campoamor. Sin embargo, más adelante se interesó mucho en la obra de Víctor Hugo, quien tendría una influencia predominante en su labor poética. Sus obras de esta época muestran también la impronta del pensamiento liberal, hostil a la excesiva influencia de la iglesia católica, ejemlificada en su composición "El jesuíta", de 1881. Cuando contaba con los catorce año proyectó publicar un primer libro, "Pesías y Artículos en prosa", que no vería la luz sino hasta el cincuentenario de su muerte. En esa época era invitado con frecuencia a resitar poesías en reuniones sociales y actos públicos, debido a su superdotada memoria y retentiva genial. Más tarde se trasladaría a Managuas, donde colaboró con los diarios El Ferrocarril y El Porvenir de Nicaragua.
Poco después, en 1882 se embarca hacia El Salvador, y allí conoce al presidente de la república, Rafael Zaldívar, quien lo acogió bajo su protección. Allí conoció al poeta salvadoreño Francisco Gavidia, gran conocedor de la poesía francesa. Bajo sus auspicios, Darío intentó por primera vez adaptar el verso alejandrino francés a la métrica castellana. El uso del verso alejandrino de convertiría después en un rasgo distintivo o sólo en la obra de Darío, sino de toda la poesía modernista. Más tarde Rubén enfermaría de viruela, por lo cual en octubre de 1883, todavía convaleciente, regresó a su país.
Tras su regreso se estableció en Managua, donde encontró trabajo en la Biblioteca Nacional. En 1884 continuaba probando con nuevas formas poéticas, e incluso llegó a tener un libro listo para su impresión, que iba a titularse "Epístolas y poemas". Este segundo libro tampoco llegó a publicarse: habría de esperar hasta 1888, en el que apareció con el título "Primeras notas". Probó suerte también en el teatro, y llegó a estrenar una obra titulada "Cada Oveja" que tuvo cierto éxito. No obstante, encontraría insatisfactoria la vida en Managua, y el 5 de juno de 1886 se embarga en dirección a Chile.


En Chile recibió la protección de Eduardo Poirier, y junto a él Darío escribe una novela de tipo sentimental titulada "Emelina", con el objeto de participar en un concurso literario que la novela no llegó a ganar. Gracias a la amistad de Poirier, Darío consiguió un trabajo en el diario La Época en 1886. Gracias a la amistad del poeta Pedro Balmaceda Toro, logró Darío publicar en marzo de 1887 su primer libro de poemas, "Abrojos", donde se refleja su triste estado de poeta pobre e incomprendido, y ni siquiera un fugaz amor vivido con una tal Domitila consigue enjugar su dolor. Ese mismo año, un millonario llamado Federico Valera convoca un concurso literario, para el cual Darío escribe "Otoñales", obteniendo un octavo lugar. Sin embargo, obtendría el primer premio con "Canto épico a las glorias de Chile", con el que reporta la módica suma de trescientos pesos. Gracias a la ayuda de Poirier y de la Barra, en julio de 1888, aparece en Valparaíso "Azul", el libro clave de la recién iniciada revolución literaria modernista, en la que recopila una serie de poemas y de textos en prosa que ya habían aparecido en la prensa chilena entre 1886 y 1888. El libro no tuvo un éxito inmediato, pero gracias al novelista esañol Juan Valera, quien le envía cartasa Darío reconciéndolo como "un prosista y un poeta de talento", fue que Rubén consagró definitivamente su fama, luego de que las cartas fueran publicadas en la prensa chilena y en otros países.
Esta fam,a la permitió tener un puesto de corresponsal en el diario La Nación de Buenos Aires. Poco después de enviar su primera crónica al diario, emprendió el viaje de regreso a Nicaragua. En la ciudad de León fue agasajado con un recibimiento triunfal. No obstante, enseguida se trasladó a El Salvador, donde fue nombrado director de el diario "La Unión". En este país contrae matrimonio civil con Rafaela Contreras, hija de un famoso orador hondureño, el 21 de junio de 1890. En diciembre de ese mismo año le fue encomendada la dirección de un periódico de nueva creación, El Correo de la Tarde. También en ese año publicó la segunda edición de su libro "Azul", sustancialmente amliado, y llevando como prólogo las cartas de Juan Valera; desde entonces se acostumbra colocar como prólogo estas cartas en todas las ediciones de "Azul". En junio de 1891 el diario deja de percibir la ayuda gubernamental y tuvo que cerrar. Darío optó por probar suerte en Costa Rica, y se instaló en agosto de ese año en la capital del país. Allí a penas fue capaz de sacar adelante a su familia, agobiado por las deudas a pesar de algunos empleos eventuales. Ese mismo añor nace su primer hijo, Rubén darío Contreras.
Al año sguiente, dejando a su familia en Costa Rica, marchó a Nicaragüa, en donde el gobierno lo nombra miembro de la delegación de su país que iba a viajar a Madrid, lo que para Darío suponía ver realizado su sueño de viajar a Europa. Su felicidad se ve ensombrecida por la súbita muerte de su esposa, acaecida el 23 de Enero de 1893, lo que no hace sino avivar su tendencia, ya de siempre un tanto desaforada, a caer en excesos de alcohol.

Rafaela Contreras, primera esposa de Rubén Darío.

Precisamente en estado de embriaguez fue poco después obligado a casarse con aquella angélica muchacha que había sido objeto de su adoración adolescente, Rosario Emelina Murillo, quien le hizo vícitima de uno de los más truculentos espisodios de su vida. Al parecer, el hermano de Rosario, un hombre sin escrúpulos, preparó el avieso plan, sabedor de que la muchacha estaba ya embarazada. En complicidad con la joven, sorprendió a los amantes en honesto comercio amoroso, esgrimió una pistola, y amenazó con matar a Rubén si no se casaba inmediatamente con su hermana. Saturó de whisky a el deprimido Darío, hizo llamar a un cura y fiscalizó la ceremonia religiosa el mismo día, el 8 de marzo de 1893. El poeta no pudo más sino resignarse, pero no consintió en vivir con Rosario. Rubén viaja a Madrid y conoce a una mujer de baja condición, Francisca Sánchez en la que encontró refugio y dulzura. Con ella viajaría más tarde a París en 1900, después de haber ejercido un puesto de cónsul de Colombia en Bueos Aires (1893-1898).
Se inicia entonces para él una etapa de viajes entusiastas, Italia, Inglaterra, Bélgica, Barcelona... Es en ese entonces cuando escribe sus libros más valiosos: "Cntos de vida y esperanza" (1905), "El canto errante" (1907), "El poema de otoño" (1910), "El oro de Mallorca" (1913). Por otraparte, el muchacho que quería alcanzar una buena posición social no obtuvo nunca sino el dinero y la respetabilidad suficientes para vivir con frugalidad y modestia.
Al etallar la Primera Guerra Mundial, partió hacia América. Atrás quedó Francisca con sus dos hijos supervivientes, a quienes el abandono del poeta habría de arrojarlos pocoa poco a la miseria. A finales de 1915 regresó a su tierra natal en Nicaragua. Llegó a León el 7 de Enero de 1916 y falleció menos de un mes después. La niticia llenó de tristeza a la comunidad intelectual hispanoparlante. Se considera que ha sido el poeta que ha tenido la mayor y más duradera influencia en la poesía del siglo XX en el ámbito hispano. Es llamado "príncipe de las letras castellanas"


(Fuentes: es.wikipedia.org  y  biografíasyvidas.com)